BAÑOS DE BOSQUE

Entre encinas y los restos del antiguo poblado medieval de Meià

Comarca: Noguera
Localización: Puig de Meià
Tipo de ruta: Ruta de trazado abierto
Distancia: De l’ermita a Ca la Carlana uns 100 metres
Vegetación: Bosque de encinas y algunos ejemplares de roble
Estacionalidad: Todo el año

Al amparo de la sierra del Montsec y con una grandísima extensión, la comarca de la Noguera ofrece principalmente dos paisajes bien diferenciados: la Noguera alta, dominada por el Montsec, y la Noguera baja, que ocupa el llano. De toda la zona, la montaña más característica es sin duda el Montsec, sierra prepirenaica que sorprende con sus riscos escarpados y hábitat predilecto de numerosas especies de aves. A pesar de ser la misma sierra, el Noguera Pallaresa y el Ribagorçana forman el Montsec d'Ares y el Montsec de Rúbies, siendo los riscos uno de los ecosistemas más representativos del segundo. Los riscos y desfiladeros, que aparecen imponentes como murallas de roca caliza, son un escollo para la vegetación, que aquí suele salir en las rendijas y pequeños rellanos.

El Montsec de Rúbies, llamado también Montsec de Meià, es el más oriental y situado sobre la cuenca de Meià. Es en esta parte donde se localiza la zona para la práctica de baño de bosque, en el término municipal de Vilanova de Meià. Una vez en Vilanova hay que dirigirse hacia el prado del Puig de Meià, donde estaba el antiguo pueblo de Meià hasta las inmediaciones del año 1100. Hay que subir por la carretera del Pas Nou y girar a la izquierda al encontrar el cruce del camino del Montsec, a poca distancia de los antiguos lavaderos del carbón (señalizado). A medio kilómetro a la derecha se halla el cruce que nos llevará hasta la fuente de Paús. Siguiendo el camino recto, una vez llegados a la cabeza del subidero de la Fita hay que girar a la izquierda hacia el camino que lleva a Meià (señalizado).

El Puig de Meià queda exactamente sobre el pueblo de Vilanova y hay una gran explanada donde se puede estacionar sin obstáculos. Algo más allá de la zona de estacionamiento (no señalizada como tal) enseguida destacan la iglesia de la Virgen del Puig, en perfecto estado de conservación, y un refugio (no abierto sistemáticamente). Más cerca de donde se habrá dejado el coche se pueden ver también los restos de la torre del castillo medieval. Dicho sea de paso que el primer fin de semana de mayo hay un encuentro que llena de gente el antiguo pueblo de Meià, vale la pena tenerlo en cuenta, ya que es la fecha más concurrida del año. El resto de días son muy tranquilos y generalmente no se encuentra a nadie o poca gente.

Alternativamente al vehículo se puede acceder fácilmente al prado del Puig de Meià a pie desde Vilanova, complementariamente a la práctica de baño de bosque o como parte de esta. Hay una distancia de 4,2 y está muy bien indicado. Una vez en el prado, desde el mirador hay algunas de las mejores vistas de la Coma de Meià, el Cogulló y la plana del Segre. Al otro lado, dominan los riscos del Montsec de Meià, con el Mirapallars, que es su punto más alto con 1.668 metros. Pasada esta zona de recepción se accede al enclave del antiguo pueblo medieval, que entonces tenía más de 100 fuegos (en esa época se contaba la población por fuegos y no por habitantes) y donde quedan restos de Ca la Carlana (casa fortificada), las viviendas, paños de muralla e incluso se intuye el trazado de algunas vías. Esta es la zona para llevar a cabo la práctica de un baño de bosque bien original, actualmente dominada por un inmenso encinar que convive con la vegetación propia del país seco mediterráneo.


El espacio para la práctica de baño de bosque

Como decíamos, en esta zona se encuentra la vegetación propia del país seco mediterráneo, con un claro dominio de la encina (Quercus ilex), algunos ejemplares de roble (Quercus faginea) y matorrales, entre los que nos llama la atención el olor a romero (Rosmarinus officinalis), arbusto aromático frecuente en los pinares y encinares. La encina es un tipo de árbol perennifolio que se caracteriza por una copa densa y una altura que puede llegar a los 10-20 metros, aunque no es frecuente encontrar ejemplares de más de 12 metros. El bosque de encinas suele ser verde en todas las estaciones del año, aunque la tonalidad pueda variar, formando un estrato arbóreo continuo con sombras generosas que se agradecen especialmente cuando hace más calor. La corteza es también de color verde, aunque más grisáceo en los tallos, y se va oscureciendo a medida que estos crecen. Cuando el árbol tiene más de 15 años la corteza puede agrietarse y se transforma entonces en un tronco mucho más oscuro. Su fruto, la bellota, madura en otoño y es muy apreciado como alimento de los cerdos. Si estos animales no se los comen, una vez maduro cae al suelo donde acaba descomponiéndose, por eso es fácil encontrar restos en diferentes estados acumulados junto a los troncos.

Como veremos nada más llegar, a día de hoy el antiguo pueblo de Meià se encuentra dominado por este extenso encinar. Nos aventuramos a decir que posiblemente haya muchas encinas más actualmente que cuando estaba habitado en la época medieval, ya que la madera de la encina es muy buena para distintos usos, como la fabricación de herramientas o la explotación del bosque. La elaboración de carbón vegetal es un uso que ha tenido la madera de la encina de esta zona de la Noguera desde tiempos antiguos. Sabemos que el núcleo primitivo estuvo habitado en época visigoda y actualmente se desconoce si lo estuvo con anterioridad. En cualquier caso, se conoce con certeza que los árboles han jugado un papel principal en la mitología grecolatina y que los bosques fueron los primeros lugares de culto para los griegos y los romanos. Estos cuidaban, veneraban y protegían a los árboles, que eran el símbolo de unión de los valores de la vida natural con la humana. La encina y el roble se consideraban árboles sagrados, y la encina era símbolo de fuerza, solidez y longevidad por excelencia.

Por supuesto que uno de los rasgos más singulares de este encinar es su localización, ya que la práctica de baño de bosque se realizará en el antiguo poblado medieval de Meià. Al norte se encuentran los restos de la muralla y de las torres de la fortificación y de Ca la Carlana. En el sureste hay restos del castillo de Meià, la torre redonda posiblemente de origen árabe, la cisterna, la puerta de entrada y parte de paramento de pared del siglo XI. Todo esto, paseando por el antiguo trazado de caminos, pausadamente, en esta gran explanada cargada de historia y simbología que da mucho juego para actividades de interacción con el medio.