Ruta de los Manairons

Viaje al país de los Manairons: ¡Itinerario de la mitologia pirenaica por los Valles de Aguilar!

Os invitamos a conocer lugares de leyenda, refugios de mitología pirenaica. Hemos escogido los valles de Aguilar a partir de uno de los itinerarios del libro Viaje al Pirineo fantástico, de Pep Coll. Los mitos y las leyendas que en él se reúnen, junto con los de la obra Marrades. Màgia i realitat a la muntanya, de Joan Obiols, conforman el recorrido que proponemos aquí. La mitología pirenaica está profusamente representada en los valles de Aguilar, de modo que el itinerario permitirá al visitante hacerse una idea bastante aproximada del mundo legendario pirenaico y, a la vez, le dará la oportunidad de descubrir un valle muy poco conocido y poseedor de un patrimonio natural de gran valor y belleza.Unos de los seres mitológicos más interesantes del Pirineo los hallamos, entre otros lugares de la cordillera, en los valles de Aguilar. Se trata de los manairons (o minairons o menairons, según el lugar) de La Guàrdia d’Ares. Los canchales de rocas que hay cerca del pueblo representan, aún hoy, el testimonio y la prueba de su increíble fuerza. Es por esta razón que hemos elegido los manairons de La Guàrdia como “guías” de este itinerario, habida cuenta que, además, serán los primeros mitos que “visitaremos” en el recorrido fantástico que proponemos. También por eso hemos titulado el itinerario “Viaje al país de los manairons”, una denominación que lleva implícita una invitación a adentrarnos en un cuento, con todo lo que de aventura y misterio entraña.

 

Puntos de la ruta Ilustrados con murales de cerámica:

 

1. Noves de Segre. La mitología pirenaica

La cultura popular ha hecho llegar hasta nuestros días muchas de las leyendas que, a lo largo de los tiempos, se habían ido transmitiendo de generación en generación, de abuelos a nietos en los anocheceres de invierno junto al fuego de la cocina o de la sala de las viejas casas de los pueblos del Pirineo. Se trata de explicaciones humanas a fenómenos que no tenían interpretación razonable. Es en este contexto y en estas circunstancias que aparecen toda una serie de seres fantásticos a los que se atribuye los poderes sobrenaturales que permiten apilar grandes montañas de rocas, evitar pedriscos, curar enfermedades o entender ciertas fortunas. Así, aparecen manairons, encantadas, gigantes, brujas, diablos, mujeres-pantigana...

 

2. La Guàrdia d’Ares. Los manairons

Cuenta la voz popular que un día el amo de Cal Feu de La Guàrdia iba hacia Organyà con su mozo por la collada del Pillat. Cuando llegaron al Arreposador, el amo se percató de que se había dejado en casa el canuto de los manairons, aquellos seres pequeños y valientes que se cogen de una planta la noche de San Juan, siempre y cuando haya luna vieja.
—Ton, tienes que volver a casa y decir a mi mujer que te dé un canuto que tengo en la mesilla de noche, pero sobre todo no lo abras por nada del mundo. El mozo cumplió el encargo, pero pudo evitar curiosear el canuto. Lo abrió y, al instante, una recua de manairons salieron del canuto obsesionados, pidiéndole trabajo y más trabajo.
—Apilad rocas, todas las que podáis —les ordenó Ton, sorprendido y alarmado.Cuando le pareció que los manairons empezaban a pasarse de la raya, Ton les dio a entender que debían regresar a la cajita, que si no...Los canchales de rocas, sorprendentes y hasta inexplicables, que hay en el bosque de la Obaga de La Guàrdia dan testimonio de este suceso.

 

3. Taús. El último moro del país

Vivía solo en una torre, siempre con el alma en un hilo. Vigilado y perseguido, tenía que matar y robar si quería seguir viviendo. Era el último moro del país. Se había vuelto tan agresivo y desconfiado, que si alguien del país se acercaba le arrancaba el pellejo sin contemplaciones. Sólo se amansaba —¡y gracias!— cuando veía una mujer. Y en el futuro esta debilidad iba a costarle la vida. Su actitud violenta fue en aumento, hasta que un día los de Taús pusieron manos a la obra. Entre todos decidieron que un heredero joven del pueblo se disfrazaría de mujer e iría a verlo a la torre. Y así lo hizo. El moro, cuando vio que se acercaba aquella mujer tan bella y tan bien vestida, corrió a su encuentro y la abrazó con pasión. Al instante sintió un frío extraño y seguidamente cayó redondo, con un cuchillo clavado en medio del vientre, herido de muerte.

 

4. Castellàs del Cantó. El secreto de las encantadas

Las encantadas eran unas mujeres muy chiquititas que vivían escondidas en el fondo de un charco de agua. Tan sólo una vez al ano, la noche de San Juan, las encantadas osaban salir de su escondrijo. Tan pronto como oscurería, aparecían todas fuera del agua y se ponían a lavar ropa, que tendían en una cueva cercana. La gente de los pueblos vecinos sabía que aquella ropa era un tesoro. Quien podía hurtar una prenda de la colada de las encantadas se aseguraba que, en el futuro, en su casa no pasarían miseria, aunque tampoco se harían ricos. Claro que no era nada fácil quitarles ni una almohada ni un pañuelo, porque vigilaban la ropa con mucho celo. Aun así, cuentan que algunos avispados habían podido lograrlo.

 

5. Biscarbó. El tesoro del rey de Inglaterra

En el Obac hay un dolmen. La losa del Corralet, lo llama la gente del pueble. Los más viejos de Biscarbó contaban que en tiempos antiguos hubo una gran guerra y que allí, en la losa, había enterrado un rey de Inglaterra que había muerto en combate. Ahora cuentan que una vez llegaron a Biscarbó dos matrimonios con picos y palas. Localizaron el dolmen y pusieron manos a la obra. Buscaban un tesoro que, según ellos, estaba escondido justo debajo del dolmen. Ni decir tiene que, enseguida, les impidieron hurgar debajo de la losa.

 

6. Argestues. La formación del Pirineo

El mundo era llano como una tabla de planchar. Dios decidió ponerle las montañas. Cogió un saco lleno de rocas y, allí donde se le antojaba, soltaba una roca y, al instante, se hacía una montaña. Las rocas de aquel saco pesaban tanto y eran tan puntiagudas que el saco se rompió y todas las rocas que quedaban dentro fueron a parar de golpe al suelo, entre el Atlántico y el Mediterráneo. Cuando Dios llegó al cielo contempló aquellas montañas y se sintió tan cautivado por su belleza que se echó a llorar de emoción. Cuentan que aquellas rocas son las montañas de los Pirineos; y las lágrimas de Dios, los lagos que hay esparcidos por toda la cordillera.

 

Información facilitada por el: Consell Comarcal de l'Alt Urgell

 

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